5 cosas que aprendimos en la casa de Marisa Paredes en el edificio Torres Blancas de Madrid
El refugio de Marisa Paredes y su pareja Chema Prado en Torres Blancas nos enseña varias lecciones de decoración.
Cuando visitamos este piso, hace ya cuatro años, descubrimos la especial conexión que la actriz Marisa Paredes y su pareja, Chema Prado (ex director de la Filmoteca Nacional e interiorista de formación), tienen con Torres Blancas. Este icono de la arquitectura madrileña, de Sáenz de Oíza, escondía un refugio muy especial para esta pareja. En la planta 21, Prado alquiló una vivienda en el edificio, y ambos disfrutaron de la época probablemente más dorada de Torres Blancas. "Aquella primera época fue divertidísima", nos contaba Marisa en la visita que hicimos en 2019. “Había en la última planta un restaurante buenísimo al que, ocasionalmente, porque era muy caro, le pedíamos que nos preparara la comida y nos llegaba a través del montaplatos. Era todo mágico y tan misterioso”. Después de aquella primera época, compraron otro apartamento más grande, este que visitamos hace ya unos cuantos números de AD.
Un espacio mágico con muchos elementos personales
El apartamento, de 120 cuadrados, fue conservado por la pareja en el estado original. Aunque su residencia habitual se encontraba en otra zona de Madrid, servía como ‘segunda vivienda’ y despacho para ambos. Todo gira en torno a un gran salón del que sale la cocina y dos dormitorios con baño en suite (uno convertido en oficina).
En todos los rincones, la vivienda rezuma personalidad, no solo por el interiorismo sino por la gran cantidad de elementos que nos remiten a la vida personal y artística de ambos. Además, dibujos, pinturas o fotos que son regalos de amigos como Bigas Luna, Pedro Almodóvar o el escultor Robert Graham conviven con los retratos de arquitecturas y celebridades que el propio Chema Prado ha tomado durante su carrera. De todos estos rincones, hoy extraemos varias lecciones de decoración muy inspiradoras.