Mi aplauso más sincero para ellos y mi admiración más profunda por su eficacia, su paciencia y su perseverancia.

Eugenio Gutiérrez Gómez-Acebo Primer Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de ICADE

 

Quizá para comprender los avatares por los que pasó la Asociación durante los primeros tiempos de su vida, sea conveniente iniciar su historia con unas pequeñas pinceladas que esbocen lo que fueron los inicios de ICADE, el espíritu que animó su creación, del que participamos tanto su fundador, como su director, profesores y los alumnos de la primera promoción sobre todo. Si alguno de éstos no llegó a sintonizar con ese espíritu, nos abandonó en el camino.

Nace en un momento en que se siente la necesidad de un cambio total en la Iglesia, la necesidad de un concilio; en un momento en que se inicia una nueva teología que aún no conoce el nombre de Teología de la Liberación; en un momento en que el país empieza a acusar síntomas de cansancio de una rutina política y empresarial de estructuras férreas; cuando ve la luz un pequeño libro que a muchos nos impacta, “Del Paternalismo a la Justicia Social ‘de Fernández de Castro; cuando muchos estamos aguardando la aparición de una “Tercera Vía” que los utópicos seguimos esperando a. pesar de cargar ya sobre nuestras costillas tantos años de vida.Reconozco, para que no haya lugar a engaño, que todo cuanto digo en estas líneas es totalmente subjetivo, pues en aquellos inicios llenos de vacilaciones, cambios de directivos, e influencias diversas, era imposible conocer las intenciones reales de la Compañía de Jesús sobre esta nueva actividad que se iniciaba, ni tan siquiera si íbamos a poder terminar nuestros estudios. Pero lo que sí debo afirmar rotundamente es que ICADE nació engendrado por un espíritu renovador e idealista que tal vez pocos recuerden todavía.

Todo esto aglutina a directivos, profesores y alumnos, y crea entre nosotros unos vínculos tan fuertes, que aún hoy, tantos años después y sin vernos apenas, continúan vivos.

Tras muchos sobresaltos, lógicos en algo importante que se inicia, terminamos los estudios, pero sin saber ni qué somos, ni cómo llamarnos, ni si habrá título alguno, privado u oficial, ni tan siquiera si la primera promoción va a ser tratada en régimen de igualdad con las venideras, vemos preciso crear una asociación que nos mantenga unidos para tutelar nuestros derechos, pero más aún para ayudar a las nuevas promociones a conservar el espíritu que animó la creación de la Escuela, y ser estímulo y ayuda para la Compañía en su lucha por conseguir dar carácter oficial a nuestra carrera.

No queríamos en absoluto una Asociación de Antiguos Alumnos al viejo estilo de los colegios de religiosos, sino algo vivo que cooperase con la Escuela en todos los campos, que fuese un Colegio Profesional pero que no se quedase solamente en eso. ¿Podían lograrse tales cosas? ¿Interesaba nuestra cooperación en la Escuela? ¿Era factible crear un Colegio Profesional sin reconocimiento previo de la Escuela?

No sé si alguien podrá contestar a estas preguntas, yo desde luego no. El hecho es que tuvimos que contentarnos con una Asociación al estilo de las tradicionales y así lo hicimos como mal menor, contra nuestras esperanzas más profundas.

A pesar de todo eso continuamos la lucha por conseguir nuestras metas, pero o no supimos o no pudimos hacerlo. Quizá fui yo el más culpable por mi poca capacidad diplomática, no puedo negarlo, y me invadió el desánimo ante lo que yo juzgaba indiferencia de la Compañía, cuando no era más que una prudencia lógica en aquellos momentos.

Simultáneamente nos llegaban noticias de que en las alturas se hablaba de diferenciar en el trato a las primeras promociones, debido a los avatares sufridos en los comienzos. Se había ganado mucho en ICADE en cuanto a organización, planes de estudio etc, pero se iba perdiendo el espíritu altruista inicial.

Para evitar nuestra discriminación, y por tratar de conservar los primitivos ideales, se incorporó a la Asociación la cuarta promoción aun antes de terminar sus estudios. Hábil maniobra que les integró así a las primeras promociones.

Ante nuestro desaliento los jóvenes, es decir, los nuevos, pues de todas edades los había, presionaron en la Directiva, y abandonamos los antiguos cediéndoles los trastos de matar. Afortunadamente fue así, pues ellos tenían ideas más concretas que nosotros en cuanto a los fines de la Asociación, eran más diplomáticos y conocían mejor el “modus operandi” de la Santa Casa. Su tarea fue difícil pero lograron constituirnos en Asociación de Licenciados y muchos éxitos más entre los que debe contarse un trato más cordial con los representantes de la Compañía, y tantas cosas más que figuran en nuestros anales.

Mi aplauso más sincero para ellos y mi admiración más profunda por su eficacia, su paciencia y su perseverancia.

Pero recabemos para nosotros, para los primeros, el reconocimiento de nuestra ilusión por ICADE, y de nuestra fe aún viva en una Sociedad con empresas más libres, más justas, más humanas y sobre todo (y uso por primera vez esta palabra) más cristianas.

Eugenio Gutiérrez Gómez-Acebo

Primer Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de ICADE

Fuente: Artículo recogido del libro “Nuestra Casa” (Historia 75 años 1908-1984) en el 75 Aniversario de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE. Ediciones ICAI, Alberto Aguilera, 23 (1984)

Foto: Audiencia concedida por 5. M el Rey don Juan Carlos 1 a la junta de gobierno de la Asociación de Titulados en Ciencias Empresariales del ICADE, con ocasión de haber sido aceptado por Su Majestad el nombramiento de presidente de honor de la Asociación.

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